CAPITULO 9
¿Quién
arranca una sonrisa?
La primera noche en la UCI con
Carlota fue mucho mejor de lo que
pensaba. Todo estaba limpísimo (una es muy pulcra ;))) y nos trataban con un
mimo y una serenidad que ayudaban mucho a conciliar el sueño.
Dormí, quizás no me creáis, pero
mis amigos pueden confirmarlo, duermo en cualquier circunstancia y espacio.
Dicen que es una suerte, pero a veces puedes hacer el ridículo. Bastante.
Nos remontamos a “mi primera
salida oficial de marcha con las amigas” allá por el año 2003, después de nacer
Tana, nuestra hija mayor, y haber pasado unas semanas planeándolo. Salir sin
hora de llegada y con Alfredo a cargo del barco después de seis meses, es para
emocionarse ¿o no?
_”ays, ays! “ ¡ Cómo lo voy a
pasar !, sin tomas cada tres horas, biberones preparados, ¡Dios existe! _ salí
como… a ver, ¿recordáis la imagen que se nos queda a todos en la retina cuando
comienzan las rebajas y abren las puertas de aquel conocido centro comercial a
las 10:00 en punto? Tal cual. Escupida a la calle.
Mis amigas del alma habían
reservado en un restaurante de Madrid cuyo nombre no recuerdo y creo que bebí dos
tintos de verano, o tres. Aquello me hizo decir algún que otro disparate, y
soltar imprudencias por doquier, seguramente lo hice, no me acuerdo. De lo que nunca
me olvidaré es del careto de todas (cuántas veces he oído después la batallita)
cuando entramos en Joy Eslava y después de un chupito de la Tosca, ME QUEDE DORMIDA en las
sillas de la zona Vip, gracias a que a Mark Zuckerberg aun no le había dado por
crear Facebook, no se subieron las fotos, porque las consecuencias habrían sido…..
tipo "me quedé sin amigas", plof, porque capaces lo son.
Lo que os quiero decir, es que
dormí, la primera noche en la UCI con Carlota, dormí. A las 4 de la mañana
apareció un enfermero "muy simpático y dicharachero" que se acercó a nosotras. No
puedo acordarme de su nombre porque se iba de vacaciones y no volvimos a coincidir
con él, pero charlar un ratito me hizo bien, averigüé que no soy tan
dormilona. Y de que a veces, no nos damos cuenta de que el silencio es bello. Sus palabras me hicieron estar en vela la primera noche de mi vida,
(bueno, desde las 4:00 am) y se abrió la veda para muchas otras.
_¡Hola!. No te asustes, vengo a
controlar el azúcar de la niña.
_¿A las 4 de la mañana?
_Ays hija mía, no te queda nada
por aprender……
_NO NI NÁ*_ dije con mis legañas
De repente me arrepentí de no
haber escuchado a Manolo con el “Poco a Poco” pero era demasiado tarde, y la
verdad, no me apetecía hablar con ese enfermero que ya me puso el pulso
acelerado al hablarme de peligro. Hasta ese momento estaba intentando saber
cuántas sílabas tenía la palabra DIABETES, no más allá, de hecho no quería
aprender nada, era un escudo que mi mente ponía al hecho de asimilar que
nuestra pequeña era una enferma crónica, pero lo que si sabía es que no
volvería a dormir como antes. Vaya.
_Esta niña es una bendita, y
además preciosa. Ni se ha inmutado con el pinchazo. Váis a tener suerte.
_¿Suerte?_ ¿No se iba usted de
vacaciones?
_No ve la malapipa*_ y se marchó.
La verdad es que no fui muy
agradable, y si “enfermero de vacaciones” me estás leyendo, te pido mil
disculpas, pero a veces, los pacientes que acabamos de recibir una noticia como
esa, necesitamos un aliento, una
esperanza, una sonrisa y un “no te preocupes que todo saldrá bien”. No sólo con
niños con diabetes, si no con el pequeño que acaba de ser diagnosticado de
cáncer, bronquilolitis, autismo, Síndrome
IDIC15, o un simple virus. Se agradece el trato humano cuando trabajas con
seres indefensos y asustados, o con enfermos de cualquier edad y condición.
Desde aquí una llamada al buen trato, y al arranque de sonrisas del tamaño que
sea, cuanto más grandes, mejor.
*No NI Ná: ¿Qué no? Pues claro,
tienes toda la razón. Anda que no….
*Malapipa: Es similar a saborio,
búsquese en capítulos anteriores si usted no es boquerón ;)
No hay comentarios:
Publicar un comentario