lunes, 16 de junio de 2014

Capítulo 7


CAPÍTULO 7

Eterno trapito de Winnie

 

Habrá que ir a por su trapito.  Compañero de viaje, de prisas por encontrarlo para que Carlota no protestara al dormirse, de “bendito artilugio” para que las noches en vela lo fueran menos, de chupetones, babas, abrazos…. del trapito de Winnie the Pooh

Válgame Dios, ahora me da un poco de vergüenza escribirlo, pero se me metió entre ceja y ceja ir a casa a por su trapito, no escuchaba a nadie, trapito trapito trapito………. Mierda, me voy a por su amuleto.

Salí disparada del hospital, como véis cumplo con mucha facilidad mis promesas, no me separaría de ella y ya estaba subida en el coche con el cinturón camino a la casa que nunca vería con los mismos ojos con los que la dejé cuando me dirigí a  medir el azúcar a la Farmacia de mi Enrique.

Llegué, no sin antes percatarme del silencio que invadía todo mi ser. Tana y Celia dormían plácidamente ajenas a lo que se les avecinaba, esta diabetes es de toda la familia.  Y en la cocina, que está junto a la entrada, sólo había temor, el de mis padres que esperaban noticias. Les miré desorbitada, pero volví a sentir admiración por ellos.

 
Mamá es tímida, reservada, no habla mucho, pero cuando tiene uno de sus días especiales no hay quien la calle, y si lo haces, puedes salir perjudicado. Avisado quedas. A veces llega a ser muy cariñosa, pero la tienes que pillar en un día como el charlatán, de los buenos. Eso sí, con sus nietas no conoce otra cosa que no sea  ese cariño. Mientras tanto, ama en silencio, como ha aprendido a lo largo de su vida, dura por cierto.  Amiga de sus amigas y pasota de quien no le interesa. Por eso la admiramos y respetamos mucho, y sobre todo, la queremos. Trabajadora como ella sola y  generosa como no he conocido a nadie, y gracias a Carlota ha vuelto a dar una lección de entrega y valentía. Mi concepto sobre ella ha mejorado, muchísimo. No pensé que pudiera llegar a pincharla, y lo hace, temblando, pero lo hace.

Papá es otro cantar. Un huracán que llega cuando entra en la habitación, arrasa con todo, se ríe y aquí no ha pasado nada. Muchas veces nos saca de quicio, tantas como entran ganas de abrazarle, cuando lo haces, necesitas cuatro pares de brazos, pues en los últimos años se ha redondeado un pelín, pero eso lo hace más entrañable. Su bondad no tiene límites, y  en ocasiones ha podido perjudicarle, no tener picardía es lo que tiene, que la gente que le rodea puede aprovecharse un poco de esa bondad. A las nietas las entretiene a ratos, pero las ama tanto, tanto, tanto, y se siente tan orgulloso de ellas, que es capaz de poner a Tana en el último curso de piano y hacerla campeona olímpica de natación cuando está empezando a tocar cumpleaños feliz y metiendo los pies en el agua. Es lo que tenemos los buenos andaluces, exageramos, pero solo un poco. Y él, es tan andaluz como los olivos. Aún no se atreve a pinchar a Carlota.

_Hija_ me abrazó papá. No hicieron falta más palabras.

Mamá no sabía muy bien qué hacer, pero ya tenía el trapito de Winnie en la mano…..que lista la joía.

 

 

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