martes, 3 de junio de 2014

Capítulo 5


CAPITULO 5

DIAGNÓSTICO

 

Carlota seguía tranquila en su camita, creo que estaba muy distraída con el ir y venir de enfermeras y médicos. Desde ese momento se los ganó a todos, con su sonrisa eterna y su “no importa” en cada pinchazo.

Yo seguía en mi mundo, ni veía, ni oía, solo la imagen de nuestra guerrera, tan pancha, tan bonita, mirando cada tubito que colgaba de su pálida piel.

Manolo se acercó a mí, y  comentó si prefería esperar a que llegara Alfredo, o comenzábamos nosotros.  Sonaba tentador, un doctor, más bien, un doctorazo, cabello canoso, ojos claros, mediana estatura y con una bata que sólo gritaba “desátame” y ¡me pregunta que si comenzábamos…! Puf, muy mal debía estar yo para rechazarlo, o muy enamorada, en mi caso, eran las dos afirmaciones.

_Esperemos a Alfredo, quiero que esté aquí cuando nos hables de lo que le ocurre a nuestra pequeña_ le comenté mientras desperdiciaba mi canita al aire.

_Bueno, Carlota estará en observación un buen rato, cuando llegue tu marido me avisas, mientras tanto pasa con la pediatra_ recomendó seguro.

La pediatra me atendió allí mismo, entre paciente y paciente, creo que se los saltó a todos, y me sorprendió con sus palabras, más que sorprenderme, me angustió:

_Carlota ha llegado a 650 de Azúcar, estamos realizando pruebas de acetoacedosis, (¿el queeeee?) pues algún órgano puede estar dañado, es un milagro que se encuentre tan bien,  con este nivel de azúcar podría tener vómitos, mareos, convulsiones. La analítica ya está en laboratorio,  lo estás haciendo muy bien.

¿lo estás haciendo muy bien? ¿se refería a que no estaba ahorcándola con mis propias manos mientras asimilaba sus palabras? ¿a que estaba controlando mis impulsos para no salir corriendo de allí? ¿a que podía manejar mis emociones?

El ser humano desconoce su capacidad de control hasta que  le ponen a prueba. Y esta estaba siendo una prueba muy dura para mí. Seguía mirando a los familiares de los pacientes que estaban esperando a ser atendidos y me di cuenta de que me observaban. Y me controlaba. Me di cuenta de que intentaban hablarme. Y me controlaba. Me di cuenta de que la pediatra seguía hablando y yo, me seguía controlando. Pero llegó Alfredo, y me derrumbé.

Las lágrimas corrían por mi cara, y él solo conseguía abrazarme, tampoco articulaba palabra.

Manolo, primo hermano del hermano de Fátima (El príncipe), se acercó:

_Pasad por aquí_nos guiaba a una habitación típica de hospital, ni oscura, ni clara, ni bonita, ni fea, sosa  y aburrida.

_Estamos estabilizando a Carlota, y esperando la analítica_ dijo tranquilo

Alfredo es un lince en guardar la compostura, siempre ha presumido de vivir las emociones en su justa medida, ni las alegrías lo son tanto ni las penas merecen horas de llanto. Encefalograma plano. Según él, somos las mujeres las que pasamos de ser las más felices del mundo a las más desdichadas en milésimas de segundo. Y aunque no lo entiende, se conforma con los ataques hormonales que al menos a mí, me hacen sentir viva. El que quizás no esté tan vivo sea él cuando las que entremos en “estado hormonal alerta” seamos las cuatro mujeres de su vida a la vez… pienso que en ese momento se dará cuenta de que las emociones sí le pueden sacar de quicio.

_¿Qué tiene, Doctor?_  pronunció Alfredo.

_Su hija tiene DIABETES_está muy claro.

_¿qué va a pasar ahora?_ aun yo no me atrevía a hablar

_Os quedaréis aquí un tiempo, hospitalizados, días, semanas, meses….depende de cómo vayamos avanzando,  pero tranquilos, poco a poco, ahora tenemos que pensar en que los resultados de Carlota estarán geniales, pues la niña parece estar muy bien.

DIABETES, DIABETES, ¿era mi imaginación? O, ¿estaban saltando flashes de cámaras fotográficas? Definitivamente, eran periodistas, entraba por Urgencias Chabelita, la hija de la Pantoja…. Éramos pocos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario