jueves, 22 de mayo de 2014

Capítulo 4


CAPÍTULO  4

UN TERRÓN DE AZÚCAR

 No es posible,  ¡esto no está pasando, que me devuelvan a mi hija! ¡Que me despierten! ¡Que me saquen de aquí! Qué bueno está este médico que me habla………. por cierto…….pero, ¿qué está diciendo?

 Carlota es un ejemplo a seguir, con tubos, vías, termómetro, y observando llorar a su madre sin parar, me regala una de sus dulces sonrisas que tanta paz me provoca. Esta vez no me salvaron mis amigas, las gafas de sol.

_¿Por qué lloras mamá?_decía tranquila                

_Carlota, lloro de alegría, ¡nos ha tocado! ¡nos ha tocado!  Existen muy pocos niños en el mundo que sean tan tan dulces que parezcan un terrón de azúcar. Y tú, ¡¡eres una de ellas!!! Eres muuuy dulce Carlota, y vas a ser la niña más afortunada del mundo… te van a mimar, a consentir, vas a aprender un montón de cosas, te van a traer miles de regalos…todos querrán ser dulces, pero por ahora, ¡te ha tocado a ti! (Aún era pronto para explicarle el precio que había que pagar por ser un terrón)

_Qué suerte tengo mamá! ¿Por eso me dejan aquí?

_Claro….. déjame hablar con Manolo (es el tío bueno) y vengo en seguida.



 

Espacio en blanco……….no recuerdo………..  Juro que no hubo nada entre Manolo y yo.

 

¿Qué hago? “Alfredo me debe estar esperando en casa con las peques” ¿Le llamo? Dar malas noticias es una de las cosas que peor llevo, llamar para decir que te ha tocado un premio en la primitiva debe ser la caña, sobre todo si nunca juegas. Recuerdo cuando me llamaron una vez del cole diciéndome que Celia se había caído y tenía la boca un poco fastidiada, llegué en 0.9 segundos, y eso que estaba a una distancia de 30Km, pero esta vez tenía los pies clavados en la puerta de la UCI y no sentía nada.

_Alfredo_ quise PARECER tranquila

_¿Qué pasa chiqui?_ me dijo con esa voz que he necesitado después tantas tantas veces_Alfredo es mi otra mitad, me completa, y eso me hace feliz, aunque a veces tenga Manolos a la vista.

_Llama a mi casa, pide a mis padres que se acerquen a cuidar a las niñas, y vente para acá_ ordené_Soy muuuuyyyyyyyyyyy mandona.

_Pero chics, ¿qué pasa?


_Carlota tiene el azúcar muy alta, y se tiene que quedar ingresada_ no mencioné la palabra mágica, esperé a tener el diagnóstico de Manolo, nuestro acompañante durante todo este largo proceso.

_¿QUÉEEEEEEEEEEEE?_ su voz se tornó alarmada.

Y rompí de nuevo a llorar.


 

 

viernes, 16 de mayo de 2014

Capítulo 3


CAPITULO 3

QUÉ PASA MAMÁ?

 
Careto del farmacéutico y de la pivonazo, y el más importante,  carita de nuestra Carlota, Dónde vamos mamá? Qué está pasando?

Nunca en la vida imaginé que pudiera alegrarme (aunque sea un pelín) de tener una enfermedad rara en los ojos que me impide ver en la claridad y así poder ocultar algún salto de emoción que otro bajo mis inseparables gafas de sol. Las lágrimas caían a borbotones, y la rapidez con las que las secaba era similar a la de abrochar el cinturón a la más valiente de las niñas.

El camino que otras veces había recorrido hasta el centro de Málaga parecía distinto, desconocido, lleno de semáforos que no había visto antes, calles oscuras, lúgubres,  todo silencio a mi alrededor,  soledad, y gente que te pita y pita desconociendo lo que pasaba por la cabeza de aquella conductora asustada que preguntaba una y otra vez a la pequeña:

_¿Estás bien Carlota? ¡cuéntame una historia de las tuyas!

_Mamá, no tengo ganas, Dónde vamos? TENGO MUUUCHA SED

No consigo recordar cómo llegamos, ni donde aparcamos…. Si se que compramos un botellín de agua en el Quiosco más cercano al hospital, que Carlota, bajo mi atenta mirada, se bebió en menos de cinco segundos. El sonido del aire que salía de la botella mientras ella sorbía y sorbía era peor que un concierto de Selpultura, que por cierto, le encantan a Alfredo, que se lo digan a mis vecinos y a mis oídos.

EL edificio del centro sanitario es antiguo, pero recién restaurado, un sitio donde te apetece entrar de visita, pero no como huésped, un lugar frente al mar que ayuda a respirar profundamente, dicho de paso, muy necesario en ocasiones.

Cogí en brazos a Carlota y me dirigí a Urgencias. Allí envidié por primera vez a los peques que llegan con moquitos, con tos, con algo de fiebre, algún que otro Sarpullido… me vino a la memoria la de veces que hemos visitado urgencias con Tana, nuestra hija mayor como padres primerizos…

_Alfredo, la niña tose muy raro, tiene algo de fiebre…. Al San Rafael (vivimos unos años en la capi)

_Alfredo, la niña tiene sudor frío….AL San Rafael

_Alfredo, se ha caído del columpio…. Al San Rafael…

_Alfredo, ………. Ya ya chiqui, Al san Rafael no?

Luego, vas aprendiendo y si la segunda hija tiene tos, siempre funciona algún medicamento que se la quita, la cebolla,  o el calmante más común…. En fin… lo confieso, ir al médico vamos sólo cuando es estrictamente necesario, ya nos llevamos el premio con Tana.

Pero, allí estaba yo, envidiando a esos papás que esperaban a ser atendidos. Guardamos nuestra cola como buenas ciudadanas hasta que nos atendió el señor del mostrador.

_Tarjeta del seguro señora (me revienta haber perdido el magnífico señorita)

_No la tengo_contesté impaciente

_Tiene que llamar a su seguro y que nos den el número de tarjeta_ dijo el “saborio”* del recepcionista.

_La niña viene con 540 de azúcar_ Sentencié.

 

Visto y no visto, en un par de minutos estábamos en la UCI con 650 de esa bendita e inigualable palabra que nos va a perseguir,  (dejaremos que lo haga gustosamente), toda la vida: AZÚCAR.

 

*Saborio: Dícese de la persona desagradable o de trato difícil. Expresión malagueña donde las haya.

jueves, 15 de mayo de 2014

Capítulo 2

CAPÍTULO 2

LE CAMBIO LA PILA….¿VALE?


Después de recoger a las guerreras, mi regordete Alfredo se quedó en casa merendando con Tana (mi hija mayor) y con Celia (la mediana) y como yo continuaba con esa intranquilidad tan extraña y envolvente me dirigí con Carlota a la farmacia.


Vivimos en un paraje inigualable, el mar se ve desde cada uno de los rincones por donde giras la cabeza, pero en ese momento de incertidumbre la mía no estaba para grandes paisajes, a excepción del espejo retrovisor que me mostraba la cara de una pequeña sedienta (mamá! Quiero agua….!) y unas ojeras de las que no había tenido consciencia hasta ese momento.


_Sí, Carlota tiene ojeras, está más delgada, y además hace pis constantemente….. definitivamente el cambio a la mejor tierra que conozco no puede ser, Málaga provoca de todo, menos malestar, es imposible_ por ahí circulaban mis pensamientos.


_Mamá, tengo sed, otra vez …. Nervios…


La farmacia de mi barrio huele a arena mojada, y está llena de guiris muy boquerones, con camiseta del CF Málaga incluida, como son los que vienen aquí. Es profunda, con un inmenso mostrador al fondo donde se exponen todos los productos que evidentemente no quería comprar, me sentí orgullosa de no picar, aunque, el bálsamo para los labios estaba bien de precio. Debo tener 20 en el bolso, pero uno más! Qué más da! A las niñas se le queman los labios mogollón.


El señor que nos atendió es ahora íntimo nuestro, porque creo que a él tampoco se le olvidará ese 28 de Enero. Carlota agarraba mi mano o yo agarraba la de ella, no estoy segura, y nuestros pasos se acercaban cada vez más a ese inmenso mostrador que decía… coooompra este bálsamo, esta crema para las manos, este parche para los mosquitos…. Pero no, el señor nos sorprendió metiéndonos en la trastienda, era raro hacer una prueba de azúcar a vista de todos, sobre todo de los guiris del Málaga.


Justo cuando vi el aparatito, le pregunté a Carlota si quería hacérsela, bendita niña! Llega a decir que no y no lo contamos. Pinchacito, segundos…. Y CARETO DEL FARMACÉUTICO…


_Ejem…. Verás…. Voy a cambiarle la batería a este cacharro, bueno, mejor no, voy a por un cacharro nuevo_. Dijo dubitativo mi Enrique.


En ese momento apareció la modelazo de la botica, una de estas chicas que te da envidia sólo olerla…y piensas, bueno, yo he parido tres veces, la barriga cuelga de felicidad, los michelines de fuego son de apagar incendios de las pequeñas… la celulitis pocitos pequeños que guardan grasilla de dar la leche, las estrías líneas de sabiduría….Qué coño! Me da envidia y punto, yo
 
nunca he tenido ese cuerpo,  a que me compro la crema anticelulítica que expone la chiquilla?

_ Susana_ Así se llama la criatura, ven a ver esto_ Dijo Enrique

Esta vez fue “Susanita tiene un tipón”, la que midió el azúcar a Carlota, y Enrique el que sentenció…

_Tiene 540 de glucosa (estupenda palabra! ) ¿cómo te has venido?

Carlota me miró, yo la abracé, tragué saliva, respiré………….. y nos dirigimos al Hospital más cercano…….
 (Carlota con tres años)

domingo, 11 de mayo de 2014

Primer capítulo....


¿Y SI……?

            Aquel día fue extraño desde el principio. Para quien me conozca, la intuición femenina, o de madre, no es mi fuerte, nunca la he tenido, no sabía lo que era… hasta esa mañana.

Nos acabábamos de mudar a Málaga, tierra bendita del sur a la orilla de la mar, y para muchos era una sorpresa, incluido nosotros, pensar que podríamos disfrutar de esto era simplemente inimaginable. Tal vez por ello, no acabábamos de verlo claro, pero estábamos de agua hasta el cuello. Muebles, casa alquilada, colegio, trabajos…… no nos daba opción a pensar. A Alfredo y a mí-

Alfredo es mi marido, un tipo robusto, más bien gordete y de fácil manejo,  cree que siempre tiene la última frase, que sin lugar a dudas es: Lo que tú digas cariño. Me da paz simplemente mirarlo, y guerra observarlo…porque patones mete, y de los gordos. Aunque no tantos como yo...

Nuestra vida era simple, armónica, llena de aventuras y desventuras, y complicada…muy complicada con tres niñas a cargo. Sí, soy rara, qué le vamos a hacer, rara y sexualmente activa, aunque hayan sido tres encuentros, tres que aciertas….. lo digo por lo de activa…

Bueno, Alfredo y yo nos disponíamos a pasar una mañana maratoniana (sólo teníamos cuatro horas hasta recoger a las pequeñas guerreras) en estos grandes almacenes que si te pierdes haces más metros que recorriendo la muralla china. Pues bien, nos perdimos:

 _Chiqui, (soy pequeñaja) qué te parece este sofá? –dijo Alfredo bostezando de pasión.

_Hortero es poco , pero no me preguntes porqué, si a ti te gusta nos lo quedamos –concluí nerviosa-

_Qué te ocurre? Tú no estás bien.

_Sol, voy a pedir cita al endocrino, Carlota (es la pequeña de nuestras tres hijas) bebe demasiada agua, y además se hace pis de nuevo. Es raro….. no crees?

_Bueno chiqs, ya estamos, que no es nada, será el cambio a Málaga, nuevo cole, mudanza….

La madre que le parió, que por cierto, también tiene tela.  Alfredo,  como siempre, le quita hierro al asunto, y yo, suelo quedarme tranquila.  A veces, aunque lo que queremos es un mimo o capricho de la persona que nos acompaña en la vida, también se agradece que te quiten la tontería de encima, pero esa vez no me la quitó. Pedí cita al endocrino: 24 febrero. No se me olvidará la fecha de la cita jamás, pues el 23F de ese año (reportaje en un programa de televisión de un tal periodista sobre el golpe de Estado) estaba con Carlota en el hospital pensando sobre qué hubiera pasado si esperábamos a la cita programada.

Seguimos haciendo nuestro camino de Santiago particular, comprando las chorradas que todos compramos, que si palillos para sujetar las bolsas abiertas, pajitas de colores, velas que nunca enciendes, trapos de cocina……pero allí me encontraba yo, en mi mundo particular, deseando recoger a Carlota para medirle el azúcar, azúcar, azúcar, azúcar…

No recuerdo donde comimos, ni la conversación de mi sol, ni nada de nada, recuerdo entrar en la farmacia con ella.