CAPÍTULO 4
UN TERRÓN DE AZÚCAR
_¿Por
qué lloras mamá?_decía tranquila
_Carlota, lloro de alegría, ¡nos
ha tocado! ¡nos ha tocado! Existen muy
pocos niños en el mundo que sean tan tan dulces que parezcan un terrón de
azúcar. Y tú, ¡¡eres una de ellas!!! Eres muuuy dulce Carlota, y vas a ser la
niña más afortunada del mundo… te van a mimar, a consentir, vas a aprender un
montón de cosas, te van a traer miles de regalos…todos querrán ser dulces, pero
por ahora, ¡te ha tocado a ti! (Aún era pronto para explicarle el precio que había que pagar por ser un terrón)
_Qué suerte tengo mamá! ¿Por eso
me dejan aquí?
Espacio en blanco……….no recuerdo……….. Juro que no hubo nada entre
Manolo y yo.
¿Qué hago? “Alfredo me debe estar
esperando en casa con las peques” ¿Le llamo? Dar malas noticias es una de las
cosas que peor llevo, llamar para decir que te ha tocado un premio en la
primitiva debe ser la caña, sobre todo si nunca juegas. Recuerdo cuando me
llamaron una vez del cole diciéndome que Celia se había caído y tenía la boca
un poco fastidiada, llegué en 0.9 segundos, y eso que estaba a una
distancia de 30Km, pero esta vez tenía los pies clavados en la puerta de la UCI
y no sentía nada.
_Alfredo_ quise PARECER tranquila
_¿Qué pasa chiqui?_ me dijo con
esa voz que he necesitado después tantas tantas veces_Alfredo es mi otra mitad,
me completa, y eso me hace feliz, aunque a veces tenga Manolos a la vista.
_Llama a mi casa, pide a mis
padres que se acerquen a cuidar a las niñas, y vente para acá_ ordené_Soy
muuuuyyyyyyyyyyy mandona.
_Pero chics, ¿qué pasa?
_¿QUÉEEEEEEEEEEEE?_ su voz se
tornó alarmada.
Y rompí de nuevo a llorar.